Balances de fin de año


Llega el calorcito, las flores muestran con orgullo sus colores más fuertes y a lo lejos casi todas las noches sentimos estruendos, que al instante nos asustan pero que luego comprendemos, tienen que ver con algún festejo, y si nos acercamos a la ventana con suerte podremos disfrutar de un espectáculo de fuegos artificiales sin costo alguno.

A medida que vamos entrando en Diciembre y mucho más cuando se acerca el final de esté mes, nos invitan a despedidas, brindis y reuniones para festejar el cierre y la apertura de un nuevo ciclo.

Nuestro cuerpo mismo parece que sabiamente conoce esta época, ya que llegamos cansados, sin fuerzas y con ganas de tirarnos una semana a hacer nada. El clima caluroso, más el encuentro con la disminución de actividades como parte de nuestra rutina diaria nos obligan a algo que nos resulta no tan familiar ni cómodo como es el estar en compañía de nuestros seres queridos y de nosotros mismos; he escuchado muchas veces cuando llega este momento el ¿Y ahora que hago? En contraposición a la frase/mochila que nos acompaña todo el año ¡No doy más necesito parar! Pareciera que funcionamos así cuando tenemos blanco queremos negro y cuando tenemos negro otra vez queremos blanco ¿no? Pues bien aunque querramos llenarnos de actividades como caparazones para no encontrarnos con la incertidumbre de no tener nada que hacer y tener que vernos las con nosotros mismos, así será, como la inevitable realidad de ver que crecemos y envejecemos aunque renegemos de ello. Podremos inventarnos ocupaciones y excusas pero igual el mismo ritmo de esta época hará que tengamos que frenar al menos un poco. Disminuyendo la velocidad con suerte nos demos cuenta que es una linda oportunidad para compartir algo más que la charla apurada de antes de dormir que producto de la amansadora rutinaria a veces es el único contacto con los otros, quizás podamos aprovechar para poner nuestras energías (mucho mas relajadas que en el trabajo) al servicio de la creatividad (que todos tenemos) para acercarnos más a nuestras parejas, hijos,hermanos, amigos y que la actividad sean ellos, o seamos yo y el que quiera prenderse para compartir un juego sin demasiadas reglas, con la única consigna de ser espontáneos.

Con respecto al encuentro con nosotros mismos también podemos aprovechar esta época para mirarnos en un espejo mas profundo que el que tenemos colgado en nuestros baños, tal vez podríamos aprovechar esta etapa en la que naturalmente algunas cosas se cierran para revisar nuestros asuntos inconclusos y ver que necesitamos para seguir adelante de la manera más saludable que nos sea posible, intentando cerrar lo que sea posible y lo que de alguna manera dependa de nosotros y siendo conscientes (sin hacer trampa) que algunas cosas no podrán cerrarse tan fácilmente porque necesitan tiempo para curarse y seguir adelante, no olvidando sino pudiendo vivir con el recuerdo. Quizás sea un buen momento para valorar que nos fue dado un año más de presencia en este momento del mundo y de la historia de la humanidad, mientras que otros ya no están; tal vez en homenaje a ese ser querido podamos entender el valor de pensar que cada día es único e irrepetible y que frente a pronósticos muy bien fundamentados basados en el no cuidado del planeta y en las guerras tenemos el regalo de existir y ser protagonistas un año más.

Propongo que por cada cosa que pensamos que no pudimos, que no salió o que nos falta también pensemos en aquellos que sí salió bien, que si conseguimos; bastará con abrir un poco más los ojos y mirar de verdad, sin engañarnos con tanta cabeza.

Es mi deseo que este cierre y comienzo de año lleguen a cada uno brindando sin perder la conciencia del momento de pasaje de un año a otro.

Mauricio J. Strugo (Diciembre 2007- boletín electrónico 10)