GRIPE A H1N1 El miedo que acompaña vs. el pánico que paraliza


En estos días en los que estamos invadidos por una enfermedad declarada pandémica por la O.M.S. y en la que Argentina ocupa el segundo puesto en la tasa de mortalidad causada por esta gripe me resulta inevitable, quizás como a todos nos esta pasando, sentir miedo, no saber que hacer frente a esto que está sucediendo y además encontrarme sorprendido porque este pasando en un mundo con tantos avances en el campo de la tecnología y la medicina. El bombardeo de información imprecisa, incierta provoca sed de seguir mirando la televisión, leyendo cuanto diario tenemos o todos los mails que recibimos al respecto para intentar obtener alguna orientación que nos permita hacer frente a esta situación nueva y desconocida, que por serlo justamente genera mucho más miedo que algo a lo que podemos temerle pero sabemos que hacer para prevenirlo.

Norberto Levy en su artículo "La dignidad del miedo" dice: "El miedo es la sensación de angustia que nos informa que hay una desproporción entre la amenaza que enfrentamos y los recursos que tenemos para encararla. Si el peligro tiene “valor diez” y los recursos son también “valor diez” no se producirá miedo. Si en cambio, los recursos son “valor cinco”, el miedo surgirá y será la señal que nos avisa de esa desproporción. En ese sentido podemos comparar al miedo con la luz roja del tablero del automóvil que se enciende e indica que hay poca nafta. El problema no es la luz sino lo que pone en evidencia: que falta combustible. La luz roja es una valiosísima señal que nos remite a resolver ese problema. Lo que necesitamos es aprender a tratar al miedo con la misma eficacia con que tratamos la luz del tablero, y eso es posible”. Claramente ante la Gripe A (H1N1) nos encontramos con pocos recursos, y entonces el miedo aparece como esa luz roja en el tablero. Si bien hay algunas medidas que cada cual puede implementar como prevención, una parte del problema sigue estando, ya que o nos aislamos completamente de nuestra vida cotidiana, social, laboral, familiar (sin tener síntomas de la gripe sino como medida preventiva) o salimos al mundo tomando todas las precauciones necesarias como ser informándonos sobre que hacer para intentar evitar el contagio, o como proceder si empiezan a aparecer síntomas que puedan relacionarse con esta gripe, sabiendo que existe cierto riesgo de contraer la enfermedad, pero evaluando cada uno cuál es el costo y el beneficio de cada actividad que emprendo; quizás tengo hijos pequeños y decido quedarme en casa porque no quiero ponerlos en riesgo, quizás quiero salir a caminar con amigos porque necesito compartir cosas que me pasan o quizás tenga que seguir yendo a trabajar porque la tarea que realizo depende pura y exclusivamente de mí, lo que sí será inevitable como dije antes, es que ante esta situación amenazante y la desproporción de recursos con los que contamos, todos tengamos miedo, el tema es que esta emoción, siguiendo a Norberto Levy, tiene mala prensa, forma parte de los sentimientos negativos, tener miedo suscita muchos calificativos poco gratos para quién lo muestra y es descubierto sobre todo entre los hombres que tenemos que mostrarnos valientes y poner el cuerpo a todo incluso a lo desconocido. Sin embargo esa luz roja en el tablero nos indica que existe una situación de las que vamos a tener que ocuparnos con cierta cautela y cuidado, evaluando si vale la pena el movimiento para conseguir el objetivo, por ejemplo si tengo mucha sed en la noche y me encuentro en un ambiente que no conozco y está todo oscuro, iré caminando sigilosamente, tanteando con los brazos para no golpearme y seguramente tendré miedo pero haré todo lo posible para transportarme a la cocina y paliar mi sed.

En el caso de la gripe A, el miedo en algún punto nos protege, hace que busquemos información y tomemos las medidas preventivas necesarias para lo que depende de mí, es esa lucecita roja en el tablero que me dice que vaya con cuidado. El problema surge cuando esa luz no me deja ver otras cosas del tablero, cuando renuncio a ver las demás señales que también necesitan mi atención, allí es donde me paralizo, ahí es donde el miedo se transforma en pánico y entonces me aíslo, suspendiendo mi vida hasta que esto ¿pase? En alguna medida esto está sucediendo mucho a nuestro alrededor, frente a esta enfermedad desconocida la gente se angustia, entra en pánico suspendiendo necesidades para focalizarse compulsivamente en cuidados extremos pero nunca suficientes para enfrentar a esta gripe, precisamente es en esos momentos en los que hay un límite muy fino entre el cuidarme y prevenirme del contagio y evitar mediante este cuidado excesivo ver otras cosas que toda esta situación presenta al destapar la olla. Es claro que tenemos que cuidarnos todo lo que podamos pero también re pensar al menos un poco que nos pasa con la confianza en nuestro cuerpo y su autoregulación, que conocimiento tenemos de nuestro sistema inmunológico y que nos ocurre en relación al contacto con el ambiente y con las personas que me circundan.

El desafío una vez más es poder discriminar la información, poder procesar cada cosa que recibo del ambiente y elaborar mi plan frente a la crisis (en este caso la gripe A) para además de transitarla sin contagiarme, ver la oportunidad de aprender como quiero compartir, cuán responsable soy en mis contactos y cuanto me cuido realmente siempre.

Mauricio J. Strugo

(Boletin Electronico n°17 julio 2009)